Recuerden Aliados, un Blog se alimenta de los comentarios. Comenten, please.
Si son nuevos, busquen las entradas por tema, seguro encuentran algo que sea de su atención

domingo, 18 de octubre de 2009

El Perro de Pavlov


Hay veces en la vida que consideramos que todo es un poco injusto, hay veces en que quisiéramos tener un control remoto para los sentimientos (tanto para nosotros, como para las otras personas).

Desafortunadamente, las necesidades humanas siempre serán un misterio más oscuro que el mismísimo universo. Hay días en los que despiertas diciendo "hey, hoy todo saldrá estupendamente", cuando de repente existen otros en los cuales estamos verdaderamente down.

Volviendo al tema de las veces en la vida, hay un no muy viejo proverbio filosófico que dice "No siempre puedes obtener lo que quieres, pero si lo intentas, puedes obtener lo que necesitas".

Sucede muchas veces en la vida que uno se mentaliza para lograr algo, se lo cree de verdad, hace creer a los demás de que es verdad, pero nunca logra convertir en verdad ese logro. Hay veces que nos mentalizamos para no querer algo y terminamos queriéndolo como a nada, por eso digo que hay momentos en los que la vida es muy injusta.

Hay otras veces en la vida que no sabemos qué es lo que queremos, ni tampoco qué es lo que necesitamos, esas son las peores veces de todas, porque cuando la confusión es la que manda, la felicidad suele ser muy inestable.

Ojalá pudiésemos ser como el Perro de Pavlov, su amo, Iván, el científico, logró domesticarlo y amaestrarlo. Pavlov empezó su faena viendo que su perro estaba hambriento, él le tocaba una campana y luego le daba carne a su perro, el perro al estar hambriento salivaba...así fue Pavlov repitiendo esa rutina hasta que llegó un momento que su perro con sólo oír la campana, botaba saliva, el perro no necesitaba ya la carne para experimentar sensaciones. ¿Quién no quisiera ser feliz sin necesidad de la "Carne"?, ser feliz sin necesidad de eso que estamos ansiando, ¿Quién no quisiera mi queridos aliados?. Desgraciadamente, no somos ni jamás llegaremos a ser como el perro de Pavlov, por lo menos lo digo en mi caso, yo para salivar necesito la carne, la campana me da igual. Y es ahí donde digo de nuevo que la vida puede ser muy injusta.

Gracias, gracias, gracias.

Gráfico tomado sin permiso de:

No hay comentarios:

Publicar un comentario