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sábado, 7 de noviembre de 2009

Denme Refugio

Dedicada a todos los muertos por violencia en Venezuela, paz a sus restos.


El mundo se está volviendo loco, en menos de 24 horas han llegado las noticias de dos matanzas insanas en nuestro vecino el coloso del norte (no me refiero a Cuba), y para colmo de males, también nos llega una escalofriante cifra sobre la expectativa de finales de año en cuanto a muertes violentas por homicidio, una cifra tan escandalosa como terrible, puesto que esos numeritos, eran seres humanos.

Alrededor de 18000 venezolanos (según algunas fuentes)no comerán hallacas el 31, ni las comerán nunca jamás, esos se suman a los 150000 de ésta última década, una cifra lamentable, vergonzosa, y absolutamente horrible.

En Venezuela, una vida se puede comprar con dinero, resulta que hay algunos barrios en los cuales los hampones te cobran la módica suma de 1000 Bs. por asesinar a alguien, y eso no es ninguna mentira ya que un documental italiano lo puso en descubierto. Imagínese, mandar a matar a alguien es más económico que hacer una compra en el supermercado para 4 personas, es un poco más caro que salir a cenar a un restaurante bueno con 3 personas, además de usted, pero es infinitamente caro si tenemos en cuenta el valor real de la vida de la víctima de nuestros caprichos, de lo que deja esa persona, de lo que no completó, del dolor de sus familiares, de sus amigos, de sus allegados, en fin, el valor de lo que pudo ser y no fue, lo más escalofriante de lo anterior es que nadie paga los platos rotos.

¿Cómo llegaremos a ser felices, si no valoramos la vida?, ¿Cómo llegaremos a prosperar?, inclusive ¿Cómo podríamos mirarnos en el espejo ante tal salvajada?, ¿Cómo podemos ser un buen país si nuestras Morgues están colapsadas?, son unas duras interrogantes que a más de uno le conviene ponerse a repasar.

Nuestra realidad es tan bizarra, y la impunidad con el injusto es tan evidente, que aquí en éste lugar si a usted mi querido aliado (y Dios quiera que lo siguiente nunca ocurra) se le ocurriese salir por la calle con una pistola a disparar a matar en un carro a toda velocidad, lo más probable es que usted nunca llegue a la cárcel, inclusive que ni siquiera le haga alguna visita alguna autoridad (al más puro estilo del "salvaje oeste"), si seguimos así a este país no lo salva ni Mandrake el Mago.

Supuestamente aquí en Venezuela todo es felicidad, y no hay motivos para armar escándalos y amargarse según el gobierno, no hay motivos para ser un "disociado", porque para ellos la sociedad son los corderitos que los siguen a carta cabal, que los alcahuetean y los aplauden, esos son los verdaderos venezolanos según la óptica oficial, una verdadera lástima.

Lo más horrible del asunto es una noticia que traté de digerir esta mañana, una noticia en la cual en una barriada de Caracas, cuyo nombre no recuerdo porque era más víctima del sueño que de la cordura, una pareja de jóvenes se encontraba sobre una motocicleta viviendo su vida normal, sin meterse con nadie aparentemente, cuando de repente llegaron un grupo de malandros armados los cuales les apuntaron con sus pistolas.

Ellos dijeron -Llévate la moto, chamo, llévatelo todo si quieres-.
A lo cual uno de los malandros dio como respuesta -Nosotros no queremos motos, lo que queremos es vidas.

Después de ver la noticia, lo que me quedaba de sueño se esfumó, y lo que me invadió fue la sorpresa, pero la sorpresa de ver que tan bajo podemos caer los Venezolanos, que tan sucio puede ser el hombre, y lo peor de todo es que me invade a veces la sensación de que no viviré para ver solucionados esos problemas, porque el problema del hampa, y de la inseguridad, es un problema mucho más grave que la falta de empleo y de sustento, ya el problema del hampa es un problema cultural, es una enfermedad mucho más corrosiva que ninguna actual, ya que su objetivo no es el de sobrevivir (como algunos virus), sino el de matar.

Puede ser que no estemos en una guerra con ningún país todavía, pero como dice Jagger "La Guerra está sólo a un tiro de distancia", y eso es una verdad tan grande como un castillo, tan inocultable como el sol, y desgraciadamente tan cierta que la podemos sufrir y tocar.

¿Hasta donde llegaremos con ésto mis queridos aliados y aliadas?, ¿Hasta cuando será ésta situación?, les soltaré mis queridos mi habitual "no lo sé", y le añadiré un desesperado grito de "Denme refugio".

Gracias, gracias, gracias.

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